Los espejos están empañados, el aire está caliente, se
escuchan las fuertes y jadeantes respiraciones de todos como si el corazón se
les fuese a salir del pecho y cada uno tiene su fragancia particular. Así es el
clima tropical del tatami. Donde los ríos de sudor bajan desde la humeante
cabeza y espalda, y finalmente son
absorbidos por el kimono. Un uniforme que representa mucho más que un mero
atuendo deportivo, cuidando todos los detalles como marca la tradición de
nuestros ancestros los samuráis.
Las manos ásperas y los dedos deformes de quienes lo
practican, te dan una idea de la cantidad de años que llevan arraigados a esta
forma de vida. Al igual que sus pies y orejas que te transmiten “experiencia”
con solo mirarlos.
La humildad y compañerismo entre los muros del tatami hacen
presencia, forjando un vínculo especial de respeto y de transmisión de
enseñanza de generación en generación.
Me pregunto qué le pasa por la cabeza a las personas que nos
ven entrenar a través de las cristaleras y no saben nada sobre este arte
marcial. Muchos se paran y nos observan con cara extraña a la par que despierta cierta
curiosidad en ellos, otros pasan de largo con cara de no entender nada… y es
normal. Lo cierto es que el judo no es un deporte fácil de entender sobre todo
si no se vive y practica. Este deporte minoritario cada día va aumentando en
adeptos pero continúa siendo un jeroglífico imposible de descifrar para muchos.
La incomprensión hacia este arte milenaria, es lógica debido a la falta de
información por parte de los medios que se centran una vez más en deportes de
masas (principalmente de importancia económica).
A menudo escucho - “Es un deporte de locos; os lastimáis, lleváis
golpes, no podéis comer lo que queráis, tenéis que pasarlo mal para dar un
peso…”- Y sí, es cierto. Se sufre, sales dolorido, comes menos, uno se esfuerza
y mucho…Como dije anteriormente es difícil de comprender si no se vive y no se
practica. Porque los únicos que conocen este sufrimiento voluntario, son los
que te rodean y están día a día contigo en el tatami. Tus nuevos mejores amigos
pasan a ser el esparadrapo y las gomas elásticas. Tu prenda favorita se
convierte en aquella que más le cuesta agarrar a tu adversario. Al igual que en
el desierto, el agua es el tesoro más preciado durante el entrenamiento. Y la
importancia de una correcta hidratación y alimentación pasan a ser algo vital.
SACRIFICIO. Así
lo definiría con una sola palabra. Porque el judo no es sólo un deporte, es una
forma de vida. La manera de vivirlo desde dentro no es sencilla en su inicio.
Te tiene gustar, te tiene que llenar y también te tiene que gustar sufrir.
Porque sacrificas mucho tiempo entrenando, modificas planes por el descanso,
configuras tu alimentación, físicamente te puedes encontrar agotadísimo...etc.
Y todo esto es lo que hace que apoyado en tus compañeros llegues finalmente a
darlo todo el día de la competición. Porque el único error que se puede cometer
es dar menos de lo que realmente puedes dar. Y aún que suene muy moral,
independientemente del resultado debes
estar satisfecho si sabes que lo has dado todo. Porque lo realmente importante
es el proceso, el camino, que te da
fuerzas, ánimos, seguridad, tranquilidad… y forman parte de ti, porque las has
construido tú a lo largo del tiempo. Es entonces cuando ante una victoria
valoras y saboreas ese éxito como lo mejor del mundo. Porque el que gana algo
sin haberle costado, no significa nada en su vida y tampoco le importa perderlo.
Es cuestión de actitud
dentro y fuera del tatami. Para luchar en el trabajo, en los estudios, con las
personas, contra enfermedades, para luchar en la vida.
Porque hay personas que
sin haberse puesto nunca un kimono… tienen actitud de judoka.
Muchas veces cuando alguien no práctica un determinado deporte se sorprenden. Hace años, cuando hacía atletismo nadie entendía tampoco el por qué, para ellos era "correr" nada más, sin ningún sentido, y no entendían porqué alguien podría tener interés en practicarlo. Y es lo que tú bien dices, requiere dedicarle parte de tu tiempo y ciertos sacrificios. Pero todo eso se compensa con las experiencias que vives, ya no sólo sobre la pista en competición, si no con la gente con la que se comparten esos momentos.
ResponderEliminarte felicito Diana, un articulo excelente que solo alguien con tu espiritu de judoka sabria hacer!
ResponderEliminarCoincido completamente: desde dos disciplinas marciales como son el Aikido y el KickBoxing también he vivido la experiencia de ese "Camino" del que hablas. El camino del guerrero.
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