Hoy mientras buscaba un antiguo libro de Bioquímica entre
cajas viejas en el trastero, encontré un cuaderno rojo. Era mi descuidado y
polvoriento cuaderno de dibujo. Yo nunca había dibujado más allá de lo que lo
hacen los niños, por puro divertimento. Fue en aquella época cuando me picó la curiosidad por este arte al
que jamás me había acercado.
Por entonces tras haberme matriculado en Dibujo Artístico,
descubrí un mundo fascinante en el que había cabida para todo. En un principio
me arrepentí, ya que todos los que me rodeaban parecían llevar años aprendiendo
y disfrutando de este hobby. Mis dibujos eran pésimos pero me agradaba dar
forma a una hoja o un lienzo en blanco.
El hecho es que me gustaba dibujar y plasmar lo que veía,
pero no sabía el cómo trasladar la realidad que me rodeaba a una hoja con mis
manos a través de un carboncillo. La cuestión es que necesitaba que alguien me enseñase las técnicas
correctas, analizar los campos de visión, las tonalidades, las luces y sombras,
dimensiones… porque lo desconocía todo.
Cansada y cabizbaja tras apenas tener éxito ante los
esculturales y perfectos dibujos de mis compañeros, mi profesor se acercó y me
preguntó la causa de mi estado. Mi desventaja en cuanto a conocimientos y
experiencia hacía que me hundiese y frustrara. A lo que me aconsejó:
- "Olvídalo todo. No dibujes lo mismo que el resto.
Dibuja algo que te guste, que te llame la atención, algo te haya marcado, algo
que tan sólo puedas dibujar tú. Da igual la calidad, me importa más lo que me
pueda transmitir o pueda significar para ti."
Tras meditar sobre sus palabras, me preguntaba qué dibujar.
No fue hasta días después cuando tras haber dado en clase unas nociones básicas
para realizar bocetos de retratos, cuando surgió mi idea.
Recordé una película de la Alemania nazi y me fascinaron 2
caras que no podía olvidar; el rostro frío de un general y la triste expresión
de una prisionera. Entonces decidí inmortalizar en mi cuaderno aquellas caras
que para bien o para mal seguían en mi mente.
Aquí están:
En cuanto a calidad son una basura, pero para mí
fue el inicio de algo genial. Fue el aportarme una oportunidad, para demostrar
lo que podía llegar a crear si me daban las herramientas adecuadas. A partir de
ahí todo fue mejorar. Me faltaban los recursos y el conocimiento, pero si te
dan la oportunidad de aprender puedes llegar a hacer cosas grandes (dentro de
tus limitaciones claramente).
Años después al llegar a la Universidad, descubrí el
atletismo. Me sorprendió, un deporte muy atractivo a mi parecer. Me encantaba
el triple salto, el salto de altura, de longitud y los relevos. Me gustó tanto que incluso me interesaba
entrenar con un club de la zona. Pero el destino y mi agenda académica hicieron
que fuesen incompatibles totalmente.
Tan sólo tuve que esperar un año para descubrir otro gran
deporte que hasta la actualidad me tiene más que enganchada: el judo. En esta
ocasión el azar y el plan de estudios junto con mi interés hicieron que sí tuviese
la oportunidad de aprender y formarme con un club.
Todo el mundo al igual que en mi caso, ha tenido su primera
vez en algo que le ha podido salir bien o mal.
La cuestión es quien te brinda la oportunidad para demostrar
lo que puedes dar. Oportunidades para aprender, para enseñar, para aportar, para
compartir, para trabajar, para ayudar y también para equivocarse…
La vida está llena de primeras veces, de oportunidades que
se tienen que dar para ser mejores personas, mejores profesionales, mejores
ciudadanos, mejores amigos, mejores seres queridos,
Ahora, al igual que muchos de mis compañeros, espero que
alguien apueste por nosotros y nos brinde la oportunidad de demostrar lo que
podemos hacer los Graduados de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Experiencia? No, pero si no tenemos la oportunidad de
mostrarnos jamás podremos enseñar y aplicar todo lo que hemos adquirido y
vivenciado en nuestros años de formación. Porque el apostar por los profesionales del deporte
puede cambiar la vida de mucha gente.
Una oportunidad te puede cambiar la vida… os imagináis que
nunca descubriese el judo?
Quien sabe…
Yo siempre me pregunto qué hubiera sido mi vida si mis padres en vez de comprarme un clarinete mejor me hubieran comprado un saxofón. A lo mejor ahora estaba en una orquesta. Nunca se sabe. Y hay que hacer lo que a uno guste aunque no sabe a dónde llegará con ello. Te hará feliz y tarde o temprano puede que consigas enlazarlo con otra actividad o pasión y te sentirás aún mejor.
ResponderEliminar